Paseo de la República

Una de las cosas que más me gusta hacer es llevar a mis amigos por lugares chéveres o que no conozco, en plan: acompáñame a la aventura 🙂

Laeti acababa de llegar a Lima, de París, nunca había estado en una ciudad de Latinoamérica, pero estaba muy contenta de aprender español y de descubrir. Yo me ofrecí a acompañarla su primer domingo. El plan era ir a buscar posters para su nueva habitación y luego almorzar en casa. Pensé en el Boulevard de Quilca. Algún pituco limeño me diría que cómo la voy a llevar ahí, que muy peligroso, que Quilca no sé qué… pero como no me importa lo que me hubiera dicho un pituco, la llevé para que conozca mi Lima, la Lima que yo frecuentaba. Ahora que cada dos por tres veo mercadillos vintage para hipsters pienso que de repente mi Laeti esperaba una variedad así de imágenes para adornar su cuarto. En cambio, encontramos posters enormes de grupos como Menudo jaja y cajas pequeñas con fotos de desconocidos (mi debilidad). Ella no parecía decepcionada, sin embargo y compró un par de cosas antes de ir a caminar por el centro.

Para llegar a casa quería aprovechar el Metropolitano para que Laeti diga: “oh! algo parecido a un metro” jeje. Luego de Polvos azules había que caminar hasta la estación Estadio Nacional, pero para ello hay que caminar un tramo de diez minutitos que en mi cabeza estaba calificado como: “nunca por ahí, ahí roban”. Pero también estaba bien no alarmarla y confiar en que ese día tan bonito de inicios de invierno con sol no se iba a joder con un robo apurado en La Victoria. Le dije: “corre, Laeti, por acá debemos ir rápido” ella se apuró y ya seguras en el metro le dije el porqué dejando de ajustar.

Deja un comentario